No puedo negarlo: siempre amé a esta ciudad bajo la lluvia. Cuando era nocturno. Cuando mis dominios eran las calles. Hoy soy diurno y el crepúsculo inverso del amanecer me trae nostalgias pero también frío y una muy distinta perspectiva. En el parque, bajo la lluvia fina, con todo un día de labores por delante, comienzo a entender la vieja molestia de los demás con la lluvia. Ciudad diurna y mojada. Nubosa, sin volcanes en el horizonte. No es lo mío. Y sin embargo lo es. Paradoja vital con lluvia. -- Enviado desde mi dispositivo móvil