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Mostrando las entradas de octubre, 2004
ciudad mojada Alguna vez dije que me había enamorado de Puebla por sus eternas lluvias, por ese especial frío que aquí puedes experimentar. Luego, en tono de broma y cuando empezaba a clavarme en la lectura del hard boiled y el Thriller y ensayaba a prender cerillos de contacto utilizando la uña, justo como Mickey Rourke (¿se escribe así?) lo hacía en Angel Heart , y practicaba para decir frases duras y cansadas de la vida, aseguré que las calles de Puebla me gustaban como me gustan las mujeres: mojadas. Ahora ya no diría esa frase en público, así, a los cuatro vientos y a la más mínima provocación, aunque sigan siendo verdad ambas oraciones. La menciono por la especial frecuencia en que me muevo en estos días. Otra vez el Hard Boiled me atrapa. Y supongo que a ello contribuye el hecho de que Puebla, durante la mayor parte de este año y en estos días en que ya se deja sentir el clima invernal, se ha mostrado justo como en 1987 la conocí: permanentemente lluviosa. Mojada. En la
escritores guardianes Y vine al café internet a mandar un par de correos y a postear algo muy planeado. Terminar aquello de Poe y los espíritus... Y estuve a punto de salir de la red sin hacerlo, porque no encontré la cita. Porque, para variar, no quiero clavarme en esta telaraña y perder aquí horas y más horas. Pero hubo una cosa que me detuvo. La consciencia de tener ganas de postear. El peso de mi deuda académica haciéndome retractarme, sólo porque en el libro de Angélica Gorodischer que me traje, no aparece la cita. Y me regañé a mi mismo. Me ofendí a mí mismo tachándome de academicista. Y no salí del café. Así que aquí estoy, tratando de escribir como quería hacerlo. Primero lo primero: mi pentium no tiene virus, sólo la terca actitud de ahora sí jubilarse en definitiva. El disco duro arranca, se detiene, se estabiliza un rato y luego parece muerto... Y el teclado parece cortocircuitado... Sniff... También mi AT (y esto es noticia vieja, de hace un par de meses), mi vieja 2
eventualidades o signos aciagos en el homenaje Y no sé si va a ser una crónica como tal, pero hay dos o tres detalles para comentar. Primero: tras años de no sufrir infecciones virales en mi Pentium S (que ni conexión a internet tiene, que jamás aguanta programas nuevos y que todo el tiempo la gente bromea sobre ella, asegurando que ahí ni los virus corren), mientras acababa el documento de mi conferencia, el procesador de palabras se volvió loco. Cada vez que le daba flecha arriba, empezaban a aparecer enters. Y así, en un desquiciamiento que me hizo imprimir el archivo y apagar de inmediato la PC. Virus, dije. Y pensé que de alguna manera ya era tiempo, aunque no me gustara. Segundo: recurrí a mi lap Macintosh, ya con poco tiempo para llegar al evento. Apenas agregué una cuartilla y la imprimí. A la hora de apagarla, ocurrió un grave error que la hizo resetearse. Casualidades, pensé, queriendo desechar la idea de señales fatídicas. Junté mis cosas, me puse el abrigo y salí con r
de encuentros y desencuentros con poe Que yo recuerde, mi primer acercamiento consciente a la literatura de Poe, fue a través de un comic, en esa etapa de TV muerta y adicción al puesto de periódicos. Ya en otro post lo comenté brevemente: en Jojutla, en esos días de la segunda mitad de la década de los setenta, cuando andaba por los diez u once años, la llegada de revistas era irregular en casi todos los ámbitos menos en el de las fotonovelas. Y de entre esas joyitas que aparecían a veces, compré una revista especial del Spirit , una que no se limitaba al comic, traía ensayos, locuras. Una de ellas era La verdad en el caso del señor Valdemar de Edgar Allan Poe y quizá me lo hubiera saltado, de no ser por los dibujos que remataban el cuento. Una serie de viñetas. Cuatro, según recuerdo (y hace mucho que no encuentro ese ejemplar), en que la cara de lo que parecía una mujer empezaba una rápida descomposición hasta llegar a ser un pedazo de cráneo, cabellos y polvo. Supongo que ante
un poco de poe(sía) Y aunque el homenaje para mañana será más enfocado a la narrativa; Poe, en su tiempo, quizá sólo llegó a ser reconocido como poeta. El cuervo fue y es su más famosa composición, la que gravita las más extremas consciencias. Brandon Lee, en The Crow parafraseaba versos y hasta Homero Simpson, en un especial de Halloween, tuvo su propia perspectiva. Para mí, hay un poema favorito. Uno que en inglés, en una película serie B llamada A tale of a vampire , oí por primera vez recitar en voz en off de labios de Julian Sands. Ahora de vez en cuando la leo en voz alta, aunque mi inglés no sea tan bueno; pero es la única manera de disfrutarlo por completo. Por eso, aquí va el original en inglés. Y una versión traducida. ANNABEL LEE Edgar Allan Poe It was many and many a year ago, In a kingdom by the sea, That a maiden there lived whom you may know By the name of Annabel Lee; And this maiden she lived with no other thought Than to love and be loved by me.
Homenaje a Poe en profética Porque es el creador del cuento moderno, porque inventó el género policiaco, porque rediseñó el terror, porque prácticamente inventó la ciencia ficción, este jueves 7 de octubre de 2004 a las 19:00 hrs (7 pm) en Profética (3 sur 701, Puebla, Pue.) a 155 años de su muerte rendiremos tributo a su memoria, a su obra, a su herencia. Los perpetradores seremos: Anja G. Griessmeyer Ismael Flores Ruvalcaba. Efigenio Morales Castro Ana Laris Gerardo Horacio Porcayo José Luis Zarate Herrera Quedan formalmente invitados. La entrada es libre. See ya there...
bester y el sabor de sus narraciones Si me preguntan por las mejores portadas, las más inspiradoras, las que me hicieron comprar o leer un libro no dudaría en poner en el primer lugar de la lista la que envolvía y presentaba a la edición de Martínez Roca (colección Super Ficción) de Tigre, tigre de Alfred Bester. Si me preguntaran por la primera novela que pareciera contener el coctel de ideal sabor, cuerpo y textura, señalaría también a esta novela de Bester. Pero cabe aclarar un par de puntos: me encantó la portada, pero tras un volado, mi amigo Humberto se llevó, en esos lejanos días del 84, el único ejemplar que encontramos en nuestra busqueda por las librerías. Yo me conformé con Regreso a Beltzagor de Silverberg. A la semana intercambiamos (en prestamo) los libros. Y entonces me morí. Esa, Tigre, tigre era la novela , la que estaba buscando, la que necesitaba leer, la que agoté en una sola tarde. Al otro día traté de hacer permanente ese intercambio de libros, pero Humbert
circuitos, periferias y una boda Y ya, para variar, estaba a punto de salir de la red sin postear. Esta vez los demiurgos parecían sugerir olvidos de cuentas y claves; pero al final estoy aquí. Tras días y más días sin bloggear; tras intentos de narrar lo que en estos circuitos de cotidianeidad va resaltando, destellando, conformando una nueva visión, otra carta de marea para otros horizontes. Cosas, han pasado un montón... Aunque no como las preveía. En algún post pasado sugería que septiembre prometía traer eventos grandes, frentes nubosos que presagiaban un cambio drástico y favorable en el clima. Era más sencillo. Era que simple y sencillamente mis circuitos, mi cableado a los perifericos de esta carne ha sido renovado y ya puedo experimentar las cosas con esa frescura, esa sorpresa que me caracterizaba hacia finales de los ochentas. Ya hay otra energía pululando estas venas, estos miembros que ya no parecen gastados. El origen, ya lo saben: las alquimias de la Lobita. Y supo