Más Puebla. Una semana de arranque que no acaba de poner en pleno funcionamiento a este artefacto que tenemos por vida cotidiana.
La cotidianeidad pueden ser muchas cosas. Y peor aún. Muchas cosas que originalmente consideraste una maravilla, son siempre capaces de caer en la dimensión de la rutina. En las cosas que ya no sirven para impulsarte...
Desde siempre he vivido entre estos polos opuestos. Tratando de nadar esas aguas de distorsión. Esas breves gotas que al parecer alteran la tranquila superficie del lago que es tu vida... hasta que te das cuenta que no se trata de un lago, de un espejo de agua, sino de un mar que se mueve al impulso de multiples factores...
Y no es que acabe de "hacer" ese descubrimiento. Más bien acabo de descubrir las puntas de un iceberg que quizá tengan algo que ver con este hecho.
Hace apenas unos días, el domingo, revisaba este blog. Y encontré palabras recurrentes. Energía. Baterías... Todo el rato, todo el tiempo... La busqueda de mi grial, por todo lo que se deja entrever... pues pareciera que todo el rato ando buscando en que apoyarme, a qué sacarle energía.
El hecho de esta repetición, me sonó terrible.
Y fue peor porque con la revisión a los poemas, con la revisión a viejas novelas y cuentos que estoy trabajando, encontré, por ejemplo, que el nombre que más he usado y parezco dispuesto a seguir usando es el de Laura... En los escritos, quiero decir...
Y me puse a pensar y a pensar, en qué clase de distorsión me ando moviendo. Anoche, nada menos, releyendo lo que llevo de la actual novela en progreso, me dí cuenta que también ahí estaba otra vez ese nombre. Otra vez Laura, como si hubiera sido una primera novia, una obsesión...
Retrocedí eras. Ahí hay dos imágenes. Del tiempo de la Primaria. Dos Lauras de ojos verdes que fueron amigas... Sólo amigas y no tan cercanas...
Recordé un título que por ahí del ochenta y siete me obsesionó: Los ojos de Laura Mars. Título de una película --según Zárate-- que no he visto.
Marte es parte de otra obsesión... Obsesiones yuxtapuestas, sin un final definido...
¿Qué denota, demuestra o simplemente muestra esto?... No tengo la más mínima y remota idea...
Suelo, cuando encuentro cosas extrañas en mi desarrollo, buscar si otras gentes que escriben o escribieron, experimentan semejantes cosas...
En Dick había notado la repetición del nombre Sylvia... Y ninguna de sus esposas o amantes se llamó así... ¿Quiere decir esto algo? No que yo sepa...
Y Borges en alguno de sus epílogos comenta que ha tratado de escribir cuentos sin las palabras: laberinto, tigre, espejo, puñal... Y que nada, que no podía evitarlo. Que siempre, aun de manera velada, terminaban por aparecer.
Puntas del inmenso iceberg del inconsciente, quizás...
Yo sólo estaba enterado de un par de esas palabras: sueño y laberinto...
De las demás, no sé si sean sólo una ola más en esta mi distorsionada vida... O más cumbres de esta hundida montaña que cargo en el inconsciente...
La cotidianeidad pueden ser muchas cosas. Y peor aún. Muchas cosas que originalmente consideraste una maravilla, son siempre capaces de caer en la dimensión de la rutina. En las cosas que ya no sirven para impulsarte...
Desde siempre he vivido entre estos polos opuestos. Tratando de nadar esas aguas de distorsión. Esas breves gotas que al parecer alteran la tranquila superficie del lago que es tu vida... hasta que te das cuenta que no se trata de un lago, de un espejo de agua, sino de un mar que se mueve al impulso de multiples factores...
Y no es que acabe de "hacer" ese descubrimiento. Más bien acabo de descubrir las puntas de un iceberg que quizá tengan algo que ver con este hecho.
Hace apenas unos días, el domingo, revisaba este blog. Y encontré palabras recurrentes. Energía. Baterías... Todo el rato, todo el tiempo... La busqueda de mi grial, por todo lo que se deja entrever... pues pareciera que todo el rato ando buscando en que apoyarme, a qué sacarle energía.
El hecho de esta repetición, me sonó terrible.
Y fue peor porque con la revisión a los poemas, con la revisión a viejas novelas y cuentos que estoy trabajando, encontré, por ejemplo, que el nombre que más he usado y parezco dispuesto a seguir usando es el de Laura... En los escritos, quiero decir...
Y me puse a pensar y a pensar, en qué clase de distorsión me ando moviendo. Anoche, nada menos, releyendo lo que llevo de la actual novela en progreso, me dí cuenta que también ahí estaba otra vez ese nombre. Otra vez Laura, como si hubiera sido una primera novia, una obsesión...
Retrocedí eras. Ahí hay dos imágenes. Del tiempo de la Primaria. Dos Lauras de ojos verdes que fueron amigas... Sólo amigas y no tan cercanas...
Recordé un título que por ahí del ochenta y siete me obsesionó: Los ojos de Laura Mars. Título de una película --según Zárate-- que no he visto.
Marte es parte de otra obsesión... Obsesiones yuxtapuestas, sin un final definido...
¿Qué denota, demuestra o simplemente muestra esto?... No tengo la más mínima y remota idea...
Suelo, cuando encuentro cosas extrañas en mi desarrollo, buscar si otras gentes que escriben o escribieron, experimentan semejantes cosas...
En Dick había notado la repetición del nombre Sylvia... Y ninguna de sus esposas o amantes se llamó así... ¿Quiere decir esto algo? No que yo sepa...
Y Borges en alguno de sus epílogos comenta que ha tratado de escribir cuentos sin las palabras: laberinto, tigre, espejo, puñal... Y que nada, que no podía evitarlo. Que siempre, aun de manera velada, terminaban por aparecer.
Puntas del inmenso iceberg del inconsciente, quizás...
Yo sólo estaba enterado de un par de esas palabras: sueño y laberinto...
De las demás, no sé si sean sólo una ola más en esta mi distorsionada vida... O más cumbres de esta hundida montaña que cargo en el inconsciente...
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