ruidos de fondo
Y no hay nada en particular. Quizá es sólo melancolía genética la que en el motor gravita.
Yo, pongo buena cara. Leo. Pero a veces no puedo evitar sentir esa tristeza que siempre asecha. Esa melancólica vía de existencia.
Esto es por ell@s y para ell@s. Y un poquito por mí.
Lo Fatal
Rubén Darío
................................................................(A René Pérez)
Dichoso el árbol que es apenas sensitivo,
y más la piedra dura, porque ésa ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.
Ser, y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,
y el temor de haber sido y un futuro terror...
Y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por
lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,
¡y no saber adónde vamos,
ni de donde venimos...!
Rubén Darío quizá fue el primer escritor en tocarme poéticamente. Recuerdo un libro de texto de secundaria, la ilustración de una chica de ojos grandes y tristez. El poema se llamaba Sonatina y creo que sólo una vez lo dediqué... a una chica que ahora hace su periplo en otras latitudes.
Y aunque en numerosas ocaciones distintos poemas habían calado hondo, hoy este, simplemente fue inevitable compartirlo en este espacio.
Razones: demasiado evidentes.
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