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azar y poéticas

El principio exacto no es este, es sólo que así se fue dando este tema y la idea del post.
El viernes pasado, platicando con Araceli, mencionó su reencuentro (lease relectura) con un poeta bastante complejo. Comentó también que descubría en esos poemas una increíble cercanía. Similar uso de temas, palabras, etc.
Tuve que confesar que a mí jamás me había sucedido algo semejante. Y era en serio. Supongo que siempre me he considerado narrador y cuando leo poesía, más bien tiendo a adorar o abominar las diferentes plumas. O a simplemente no ser tocado, pero esta categoría creo que está casi vacía. Lo comentaba ya en post anteriores, a mí la poesía se me da por la via pasional, y no soy muy buen crítico...
El caso es que la idea quedó gravitando y esa noche, al calor de un vodka sacado del congelador, mientras trataba de escribir y divagaba por libros, descubrí a un autor que me produjo una sensación similar. Y digo descubrí porque aunque el libro lleva años en mi poder, esos versos en especial, lucieron inéditos en mi recuerdo.
A riesgo de parecer en exceso payaso, va aquí uno de esos poemas.


la reina
Porfirio Barba Jacob

En nada creo, en nada... Como noche iracunda
llena del huracán, así es mi “Nada”.
En su fuente profunda
mi estirpe fue de hieles abrevada.

Solloza en mi razón un soplo frío
que antiguo brío hiela en la inacción.
¡Desprecio de mí mismo: estoy llagado!
¡Desprecio de mí mismo: has gangrenado
mi corazón!

Ni un albo amor ni un odio me estremece,
forma ciega, negrura ilimitada;
y a ritmo y ritmo mi corazón parece
decir muriendo: Nada... Nada...

Mi Musa fue de dioses engañada.

Al aura errante, al lampo del lucero,
al tremulante amor de un joven marinero,
en la noche de caudas opalinas pregunto:
¿Qué enigma está en vosotros? —Y responde—
por mi carne de cirios alumbrada, —
mi Musa en sus laureles desolada:
—Nada...

Oh Reina, rencorosa y enlutada...


El libro de marras no contenía reseña biográfica alguna sobre este autor y confieso que aún no he querido buscarlo. Comparto sólo esta sorpresa. Y no aseguro, al hacer esto, que yo escriba poesía como él. O la midad de bien. Es (entiendo) como con Araceli: hay palabras, metáforas, temáticas que bien puede haber escrito...
Y está el poema de despedida a la vida que yo hubiera soñado escribir, pero no haré...
Y ese no es todo el debraye.
Detrás hay otra plática. Una que ocurrió de manera bastante fortuita con un Doctor en letras. Uno que hasta entonces tuve el gusto de conocer. E inició conmigo metiendo mi cuchara en la plática que este doctor sostenía con un amigo. Yo defendía el derecho a rechazar los sonetos, a negarse a escribir uno. Y hablé y hablé. De mi rebeldía. De la ruptura de formas. El debate fue bastante interesante. Y terminamos concluyendo lo mismo. Para mí el camino fue Dalí. Y el recuerdo de su argumentación a favor de aprender las formas clásicas. Dalí aseguraba que sin conocerlas, es imposible romper la forma...
Y nos despedimos buenamente. Quedamos de sostener más charlas...
Y hoy, aquí en la red, descubró que un día después de mi cumpleaños, Dalí cumplirá cien años de nacido... Y yo lo tenía olvidado, el dato, no a Dalí...
Y ahora habrá que ir viendo, qué podemos hacer con estas extrañas coincidencias, con estos datos que el azar, el destino o el ansia de darle a todo un toque de magia, han puesto al frente...

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