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un año más en la tierra

Ahora es oficial. Hace poco menos de dos días que he completado, vivo, un ciclo solar más.
Un día común y corriente, en muchos sentidos. Asistir a un par de escuelas, comer con la Lobita. Y finalizar, gracias a la Niña Murciélago y al Cobayo, brindando frente a la PC con un buen trago de whiskey irlandés Jameson.
Y aporrear el teclado. Más y más.
Para variar me prometí escribir un post para el día de ayer y no lo cumplí.
Para variar, una fecha importante se me fue de dos maneras: se me olvidó llamarle a Bef, para felicitarlo por su cumple. Se me diluyó todo el día sin que pudiera escribir algo en memoria de Salvador Dalí.
Y me hubiera gustado escribir algo en serio. Algo en firme, documentado, citado... Y nada.
Ayer Dalí hubiera cumplido 100 años de existencia
Y Dalí es otro de esos artístas básicos en mi devenir. Uno cuya pujante rebeldía, cuya pasión en el trabajo, siempre logró levantarme a través de su ejemplo.
Dalí, como Dick, estaban obsecionados con una parte del panteón. La que contenía a sus hermanos.
Dick, a su hermana gemela que muriera a los pocos meses de vida.
Dalí, a un hermano mayor que también se llamaba Salvador. En una biografía que tuve a bien prestar y no me devolvieron, una publicada por Editorial Bruguera, ahora inconseguible, Dalí comentaba su obseción por ir a ver esa lápida en que parecía estar ya enterrado. Dalí se obsecionó también con los sueños y a través de sus cuadros puede conducirnos a sus propios paraisos oníricos.
Dalí hizo más, inventó un método de trabajo: el método paranoico crítico que, en coordinación con el de escritura automática, me ha sacado de innumerables trances.
Dalí se definía a sí mismo como el surrealismo.
Dalí era más. Más de lo que pueden alcanzar estas palabras apresuradas.
Hay un cuadro suyo que jamás puedo abandonar. Que me persigue con sus imágenes, con su misterio: Las tentaciones de San Antonio. Hay más, por supuesto. Sobre él sobre su obra...
Esto es sólo un simple tributo, uno tardío, por alguien que sigue trazando escaleras en los sueños.

PD.- Coincidencias extremas. Aparte las tumbas fraternas, está el hecho de que ambos apellidos empiecen con D y tengan cuatro letras.

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