a 25 años de su nueva exploración

y estaba, como el año pasado, a punto de olvidar esta importantísima fecha, a punto de dejar pasar el día como si hace un cuarto de siglo, no hubiera desaparecido de la faz de la tierra uno de los más importantes autores, no sólo de la ciencia ficción, sino de todos los géneros.
me refiero, por supuesto a Philip K. Dick, al señor de Berkeley, al señor de los caleidoscopios universales: esos aparatos literarios, suerte de laberintos de realidades, religiones, tecnologías y, sobre todo, vidas... laberintos yuxtapuestos, móviles, al alcance del torque de muñeca, como fragmentos de cristales frente a un prisma especular.
leer a Dick era sumergirse en el yo, a través de escenarios que eximían la cárcel del aquí y ahora, la cárcel de yo y mi circunstancia, para dejarnos en la cárcel más absoluta, la de carne propia (y ajena), la de barrotes de costillas y firmes paredes de tejidos moleculares. la cárcel de la percepción misma.
releer a Dick es confirmar la frase de Sócrates: yo sólo sé que nada sé. es abismarte en el hecho de que tu inocencia no era suficiente pretexto para la confusión, para la entropía toda del ser... releer sólo es comprobar la complejidad de su pluma, más cuando el acceso a las versiones en inglés, en el idioma original, ya no es imposible (ni en lectura, ni en alcance físico)...
hace cinco años, a dos décadas de su despegue a otro universo, traté de homenajearlo como se merecía... y lo logré, en compañía de otros colegas, tan locos y fanáticos de sus ficciones como yo: publicamos El hombre en las dos puertas. Un trbuto de la ciencia ficción mexicana a Philip K. Dick. No fue un gran éxito de ventas, sí (y creo no exagerar) un gran éxito literario de equipo. uno sólo factible a la sombra de ese desaparecido guía.
hoy, con menos tiempo y más edad, apenas me ha dado tiempo de trazar su cara, al viejo estilo, con lápices y plumones, colorearla, postearla aquí, junto con estas palabras atropelladas...
sé que su memoria, su persona, merecía más. por lo pronto tendré que conformarme con tan escueto, tan nimio, insulso homenaje a un ser que no vaga más por las calles de este mundo...
see ya soon, you people behind the screen...
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