así, como se lee. así, como suele llegar la muerte, sorpresivamente, cuando menos lo esperas, en el zapping nuestro de cada día, de pronto te enteras: Arthur C. Clarke murió. De acuerdo a Yahoo news, a la 1:30 am en Sri Lanka, este miercoles (en Sri Lanka).
lo he checado rápidamente aquí, en la red, aunque la noticia la vi con la Lobita en algún canal perdido del cable, en ese zapping que acongoja nuestro ser teleespectador. la noticia, la confirma la jornada, y hasta la misma Wikipedia, tiene ya incluido este funesto agregado...
lentamente, poco a poco, quienes empezamos leyendo ciencia ficción en nuestra adolescencia, hemos ido perdiendo a las grandes leyendas... a esas grandes plumas que nos convencieron de seguir ese camino de la prospectiva imaginativa por la vía literaria.
parecerá extraño que hasta el día de hoy posteé algo en referencia a Clarke. y es que uno, en los múltiples tratos, contratos, metamorfosis de la existencia, va dejando atrás a los autores que lo iniciaron en el género... por razones que no siempre tienen que ver con lo absolutamente consciente.
mi primer acercamiento a Clarke, aunque paresca cliché, fue a través del cine, a través de 2001, odisea del espacio, cuando estaba en los primeros cursos de secundaria. en mi emigración al DF, en mis lecturas furtivas en Sanborns, me topé con El centinela en una de las recopilaciones de Super Ficción de Martínez Roca. al poco tiempo apareció 2010... y luego descubrí que mi libro favorito de Time Life sobre astronaútica había sido coordinado por el.
Encuentro con Rama, supuso para mí la cumbre de su escritura, en aquellos tiempos de descubrimiento, de fascinación por la CF. en aquellos tiempos de preparatoria...
una cumbre que creo nunca pude superar. en esa ansia por leer más y más, por encontrar autores que me relataran más sobre el conflicto humano que sobre la misma prolepsis en el horizonte cósmico humano.
devoré 2063 y lo discutí ampliamente con Héctor Chavarría y José Luis Zárate en el tiempo en que todavía hacíamos tertulias en la cueva del primero. le saqué la vuelta a algunos libros franquicia que fascinaron a Andrés y a la Sociedad Astronómica Urania... no acabé la tercera parte de Odisea... pero estaba ahí, siempre, en el transfondo, con esa imagen general de vigilantes cósmicos, de vida extraterrestre más verosímil y científicamente tratada. en esa imagen general de la literatura que te forja, que te construye como escritor...
por eso resulta más patético (de mi parte) que hasta hoy descubra que Philip K. Dick y él, compartían día de nacimiento.
resulta terrible que escriba sobre él, de manera tan general, tan simple, sólo hoy, cuando, pese a su largamente reseñada enfermedad en los diarios, su noticia habla sobre su viaje definitivo al más allá. no con los métodos, no con la forma que a él le hubiera gustado hacerlo...
de cualquier forma, buen viaje, mi querido Arthur... felices exploraciones de esa otra realidad...
lo he checado rápidamente aquí, en la red, aunque la noticia la vi con la Lobita en algún canal perdido del cable, en ese zapping que acongoja nuestro ser teleespectador. la noticia, la confirma la jornada, y hasta la misma Wikipedia, tiene ya incluido este funesto agregado...
lentamente, poco a poco, quienes empezamos leyendo ciencia ficción en nuestra adolescencia, hemos ido perdiendo a las grandes leyendas... a esas grandes plumas que nos convencieron de seguir ese camino de la prospectiva imaginativa por la vía literaria.
parecerá extraño que hasta el día de hoy posteé algo en referencia a Clarke. y es que uno, en los múltiples tratos, contratos, metamorfosis de la existencia, va dejando atrás a los autores que lo iniciaron en el género... por razones que no siempre tienen que ver con lo absolutamente consciente.
mi primer acercamiento a Clarke, aunque paresca cliché, fue a través del cine, a través de 2001, odisea del espacio, cuando estaba en los primeros cursos de secundaria. en mi emigración al DF, en mis lecturas furtivas en Sanborns, me topé con El centinela en una de las recopilaciones de Super Ficción de Martínez Roca. al poco tiempo apareció 2010... y luego descubrí que mi libro favorito de Time Life sobre astronaútica había sido coordinado por el.
Encuentro con Rama, supuso para mí la cumbre de su escritura, en aquellos tiempos de descubrimiento, de fascinación por la CF. en aquellos tiempos de preparatoria...
una cumbre que creo nunca pude superar. en esa ansia por leer más y más, por encontrar autores que me relataran más sobre el conflicto humano que sobre la misma prolepsis en el horizonte cósmico humano.
devoré 2063 y lo discutí ampliamente con Héctor Chavarría y José Luis Zárate en el tiempo en que todavía hacíamos tertulias en la cueva del primero. le saqué la vuelta a algunos libros franquicia que fascinaron a Andrés y a la Sociedad Astronómica Urania... no acabé la tercera parte de Odisea... pero estaba ahí, siempre, en el transfondo, con esa imagen general de vigilantes cósmicos, de vida extraterrestre más verosímil y científicamente tratada. en esa imagen general de la literatura que te forja, que te construye como escritor...
por eso resulta más patético (de mi parte) que hasta hoy descubra que Philip K. Dick y él, compartían día de nacimiento.
resulta terrible que escriba sobre él, de manera tan general, tan simple, sólo hoy, cuando, pese a su largamente reseñada enfermedad en los diarios, su noticia habla sobre su viaje definitivo al más allá. no con los métodos, no con la forma que a él le hubiera gustado hacerlo...
de cualquier forma, buen viaje, mi querido Arthur... felices exploraciones de esa otra realidad...
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