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la coincidencia Hemingway

y digo la coincidencia porque aunque es un autor que me ha gustado bastante, uno que conociera a través de su cuento Colinas como elefantes blancos en el ya muy relatado periodo de formación, de los primeros intentos de escritura que recurrían una y otra vez a la revista El cuento de Edmundo Valadés, como ejemplo y búsqueda de espacios, en verdad nunca me adentré gran cosa en su vida.
es decir he leido un par de sus libros... pero no es uno de mis autores de culto...
y hoy, en estas vacaciones que sólo operan a nivel de cambio de rutina, en la casa paterna, mientras veía un noticiero de TV Azteca (televisión nacional), me enteré de dos cosas: hoy sería su cumpleaños (21 de julio de 1899). él fue el inventor del daikirí...
o eso dijeron en tv. surfeando en la red, encotré la receta Hemingway, pero no la atribución a él de su invento.
todo me hizo recordar una sección de La langosta se ha posado, la revista digital que Zárate y yo hicieramos en los tiempos pre-internet. una sección llena de recetas que alguna vez postearé.
todo me hizo recordar el ejemplo que para mí constituyó Colinas como elefantes blancos, esa historia atmosférica, lenta, desarmante... La referencia del mismo Cortázar a su cuento Los asesinos como ejemplo de obra maestra...
y recapitulé...
a Hemingway me acerqué aún más con una biografía suya que publicara Salvat, en donde se aseguraba que (y lo cito de memoria), para él la sensación de acabar una novela sólo era comparable al momento culminante de la cacería de un rinoceronte. me identifiqué con su espíritu de lucha que se tradujera en peleas de box. en toda su biografía.
y aún tuvo un efecto más determinante: me apasioné con sus consejos, gracias a que Efigenio me prestara un libro recopilatorio sobre ellos (un resumen de estos puede encontrarse en esta zona de Ciudad Seva).
todo lo cual me hizo pensar en postear esto, con todo lo inestable que significa este vínculo con él. es decir, durante un buen rato le saqué la vuelta a leer El viejo y el mar, más que por llevar la contra, por mis simples reacciones ante aquellos aficionados a la literatura que gustan de pontificar a la mínima provocación y señalar esa obra de Hemingway como la culminación de las letras.
creo que, por principio, considero que nada es la culminación de nada. ante críticas tan subjetivas, tiendo pues a reaccionar de manera subjetiva...
tan subjetiva que sólo una noveleta de Joe Haldeman, intitulada El fraude Hemingway me hizo cambiar la perspectiva. una recreación biográfica en clave de CF que me encantara a tal punto que me hizo buscar primero la ya mencionada biografía de Salvat y luego más obras...
así que no fue sino hasta los primeros días del 99 que yo me acercara a esa obra. y me encantó otra vez esa capacidad de crear ambientes, de transferir sin melodramatismos exagerados la noción de fracaso. pero...
mi pero cobró mayor forma cuando leí Timequake de Kurt Vonnegut. en el mero prólogo, en esa familiaridad con que narraba Kurt, se condensaban mis críticas. no tengo Timequake a la mano, pero ahí Kurt aseguraba que le había parecido idiota la historia. que incluso preguntó a un pescador cual habría sido su línea de acción. y el pescador lo apoyó. es decir, a riesgo de que no hayan leído la obra, lo que el Viejo y el mar cuenta es la historia de un pescador que atrapa a un gigantesco pez vela. uno que sus fuerzas no le permiten subir al bote, cuando al fin lo mata. uno que es devorado por los tiburones, antes de que él consiga llegar a la playa. el pescador confirmaba la apreciación de Kurt (y la mía): él hubiera cortado los mejores filetes y dejado el resto para los tiburones. nada más.
Kurt proponía una explicación a ese desempeño absurdo del protagonista de Hemingway: el pez vela era su obra. y los tiburones, los críticos...
no sé del todo si estoy de acuerdo con Kurt.
sé que Hemigway me ha enseñado la sutileza en la escritura, me ha planteado formas alternas, elípticas de narración. sé que sus consejos ayudaron a agudizar aún más mi personal teoría literaria...
y sé que su obra merece ser leída. qué mejor momento que éste para acercarse a él que este, donde, si no hubiera decidido cazar su propio cerebro como si fuera un rinoceronte, hoy estaría cumpliendo 109 años.
¿y la coincidencia? aparte de todas las relatadas, el hecho de que un evento terrenal, de un escritor apegado a la realidad, me alejara de mis posteos sobre la llegada del hombre a la luna.
C ya soon, u people behind the screen.

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