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DF y nostalgia

Lobita en el Metrobús DF
En cada tiempo de vacaciones, desde hace ya un buen, hemos querido vagar un rato por el DF, la Lobita y yo... sin éxito...

Ahora, el pasado lunes, tuvimos una visita express a la Zona Rosa sólo para descubrir que Indautor se toma vacaciones como si sus empleados dieran clases...

El antes Chispas
La sorpresa no es esa, sino todo lo demás. Supongo que hacía mucho que no me daba el tiempo de mirar a la ciudad y sus cambios. La glorieta del metro Insurgentes fue la primera sorpresa, ya sin anuncio luminoso, ya con las estructuras para el Metrobús. Y más: mi viejo Chispas, un local de videojuegos tragamonedas (por aquellos que nunca conocieron estos locales) ahora sustituido por un casino...

No voy a relatar mis sentimientos ante cada cambio, sólo que la nostalgia empezó a golpear desde que abordamos la calle de Génova. En Reforma encontramos la Feria del Libro de la Brigada Para Leer en Libertad. Y ahí se concentró la nostalgia cuando encontré el libro de Juan Hernández Luna, entre saldos... Y precisamente la última novela que compartimos en tiempo de creatividad cercana...
Libro de Juan entre saldos

La historia no será desconocida para quienes han visitado antes este blog: Juan era un gran amigo que compartió vías creartivas desde mi llegada a Puebla y que juntos, con Zárate (y Silvia Luna, y Marco Rodríguez y Dolores Zamorano) formáramos el grupo literario Hara Kiri...

Mientras aquel esfuerzo duró, mientras seguimos en la misma ciudad de Ángeles Urbanistas, solíamos compartir nuestras obras. Juan fue mi primer lector de La Primera Calle de La Soledad. Zárate, Marco y yo, los primeros lectores de Quizá Otros Labios... Cadáver de Ciudad, la que estaba en la feria del libro, la última que leyera en su PC, aún incompleta, antes de que se mudara Juan al DF.

Verla ahí, en saldos, hizo que mi nostalgia se agravara.

Renovado Hotel Roosevelt
Día de turistas en la ciudad que me vio abandonar la adolescencia; por primera vez, la Lobita y yo abordamos el Metrobús y el viaje avivó ese sentimiento, ese extrañamiento hacia Juan: pasamos frente al Hotel Roosevelt, mismo donde nos reuniéramos en 1989 para acudir a la entrega del Premio "Rosario Castellanos" 1989, convocado por los Talleres Gráficos de la Nación por la primera novela de Juan; esa que escribiera en su vieja máquina Underwood y que yo no leyera hasta que estuvo en forma de libro: Único Territorio. Su primera novela experimental... y no sé si su última. Hay un gran volumen de su obra que ya no alcancé a leer en sus versiones preliminares y que aún deberé abordar en un futuro próximo. Un libro en especial, Las mentiras de la luz, parecía la promesa de su vuelta a la literatura experimental... Y digo parecía por que a la fecha no la he conseguido. Encuentros y desencuentros, estravíos, tal parece que serán esas siempre las coordenadas de la vida... En fin...

El Metrobús me hizo volver a conocer el DF. Me llevó y trajo en el tiempo... Supongo que fue un buen inicio de vacaciones: ese abandonar la rutina, mirar en nueva-antigua perspectiva tu propia existencia y a partir de ahí, reevaluarla...

La mía y las otras, en perspectiva.

Juan apretó el acelerador de su existencia y hubo años en que publicó más de un libro y, quisiera pensar, vivió más de  una vida, antes de adelantarse a la otra, a la de más allá. Hoy lo encuentro en saldos, en pedazos de ciudad, en escasas fotografías... Sé que cumplió uno de sus sueños, morir en la línea, sin dejar de aporrear el teclado... No sé cuantas otras metas alcanzara...

Ojalá pudiera compartir más significados...

Ojalá... Suerte a todos los que aún podrán probar otro trago/rasgo de vacaciones en esta segunda semana... Y si les da la nostalgia, como a mí, mejor aprovéchenla en lugar de ponerse a bucear en ella.

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