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CERATTI, CIELO DE NICOTINA Y SODA DE ESTÉREO


El temblor ha pasado, pero en la realidad global las aguas se mueven poco, o ya estamos tan acostumbrados a su vaivén que los sucesos son cada vez más pasajeros. El 11 de agosto habría cumplido 57 y el pasado cuatro de septiembre cumplió dos años de muerto
    Quizá en ese cielo de Nicotina, que ahora comparte con David Bowie, Prince y Lemmi Killmiter (recién mudados también a aquellas latitudes), hayan celebrado el arribo de Gustavo....
    Quizá...
    Lo que no llega de golpe, es la afición, el amor por un grupo o su líder. En aquellos ochenteros y analógicos tiempos, uno iba descubriendo de a poco el llamado Rock en tu Idioma (etiqueta que muchas veces fracasaba en la elección de grupos y corrientes musicales); entre los más destacados hubo un sencillo, Cuando pase el temblor; Soda buscaba identidad y singularidad y tomaba prestado el look y algunos sonidos de The Cure, aunque para no perder la esencia latinoamericana hasta el sonido (nunca repetido) de una kenna fue incluído. Su video (MTv estaba recién estrenado y era obligado ya tener un video)  nos llevó a muchos de nosotros a adquirir el LP (álbum, antes conocido como Long Play) Nada Personal y a escucharlo enterito, antes de buscar más.
    Y tampoco es que hubiera demasiado ofertado bajo esa etiqueta. Enamorarse de Soda era simple, más si te percatabas que Cerati había participado con una guitarra en la grabación del primer disco de Caifanes. Todo ello, al menos a mí, me puso en la ruta de del primer álbum, uno que sólo pude conseguir en Dedo Gordo, una tienda de discos de Cuernavaca la Bella... y la vieja. Uno que sólo tenían existencia en cassette... Con lo delicada que era esa tecnología (uno grababa cassettes, pero compraba acetatos originales, no viceversa).
    El dictamen no fue positivo. O no del todo. Una especial poética, sin embargo, empezaba a perfilarse con el especial rasgueo de guitarra de Cerati...

Los secretos del placard
Bajo la palabra poética se pueden meter tantas cosas... Hasta equívocos. Tras conseguir ese disco, Soda Stereo, comenté el uso de argumentos ciencia ficcioneros en  canciones, a lo que una profesora argentina se apresuró a pedir aclaraciones. Mencioné misiles. Y la palabra Placard, misma que sólo había encontrado en una novela corta intitulada Madre, de Philip José Farmer. El placard, según yo, era un aparato en una nave espacial, donde  el protagonista escondía sus botellas de alcohol... Problema de leer CF, los neologismos están a la órden del día.... Resultado, la maestra me explicó sin escándalos: placard era el nombre que los bonaerenses daban al closet, al ropero. La traducción que yo había leído, por supuesto, era argentina, como Soda, como la hoy Dra. Gambetta.
    Pero aunque aquel primer argumento era un fallo, la poética siguió repitiéndose en nuevas letras a través de una metaforización de tipo fantástico. Basta leer los títulos de las canciones para hacerse una idea.... Siete álbumes grabados en estudio, más dos clásicos solistas y Colores Santos con Melero. En retrospectiva parece poco material, pero con cada triunfo, Soda hacía algo más para quienes desarrollábamos géneros prominentemente extranjeros. Soda (y Caifanes, en aquellos momentos) y el Rock, Paco Taibo II y el policiaco. La ciencia ficción, por cercanía, por ser fenómeno adyacente parecía adquirir una carta de naturalización automática en México.
    En 1991 asistí a la CONSUR I, primera Convención de Ciencia Ficción y Fantasía del Cono Sur, organizada por el CACyF (Circulo argentino de Ciencia-ficción y Fantasía). Mi llegada a Buenos Aires buscaba las locaciones de Rayuela, pero en cada esquina lo que sonaba era En la ciudad de la furia. Soda estaba ahí... y en todas partes... Y en aquel momento no me gustó... porque yo buscaba otra Buenos Aires...
    Desde entonces, desde el 91, empezaron las publicaciones de la CF. Tierra Adentro publicaba los tres tomos de Más Alla de lo Imaginado de Schaffler... Y a Wolfer... Y mi La primera calle de la soledad... Todo parecía ir viento en popa.
    Creo que primero fallaron los Caifanes, luego Soda se disolvió en el 97... Y en el 99 los movimientos alternativos en México quedaron como varados...
    Cerati hizo proyectos de música electrónica que ya no escuché, en su momento y ahora voy recuperando de a poco... Creo que me perdió cuando hizo su sinfónico (no hay nada que deteste más que un rockero haciendo versiones sinfónicas).
    La vida se desencajó y el accidente cerebro vascular de Gustavo fue una noticia a la que no me pude vincular, atrapado en los laberintos de un trabajo burocrático.
    Hoy, empiezo a recuperarme a mí mismo. Desde hace un año, de hecho... Y descubro que Soda es de la música que permanece inmaculada, sin manchas de divorcios, traumas o depresiones. Soda me es vital. Y vuelvo a él. Vuelvo a este blog, luego de años de descuido, luego de preguntarme si sería bueno cerrarlo. Vuelvo con esta suerte de homenaje tardío a Cerati, ahora, mientras sigue en el librero el libro de cuentos de homenaje a Gustavo; mientras sigo las cuentas de Zeta Bosio y Charly Alberti en instagram, mientras medio leo que ese circo sin animales (¿o con puros animales humanos? ¿Acaso quedan otros para México?), ha hecho algo en torno a Soda que no me atrevo a mirar...
    Todavía no, al menos... quizá pronto...
    See ya soon, u people behind the screen...

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